MI HISTORIA

Desde muy joven, Geraldine entendió el poder de transformación que posee la ropa. En una sociedad que impone a las mujeres estándares de belleza inalcanzables, Geraldine nació con una condición física que la ha obligado a someterse a una docena de cirugías craneofaciales. Inspirada por su madre y otras mujeres de su entorno, Geraldine encontró en la moda y en el ritual de vestirse una forma de expresión y un camino hacia el empoderamiento y la autoconfianza.

Su experiencia personal hizo de Geraldine una mujer de fuerza inquebrantable y claros propósitos. Sabiendo que quería forjar una carrera en la industria de la moda, Geraldine se instaló en Nueva York, donde estudió en el reconocido Parsons’ School of Design. Esos años ayudaron a cimentar su gusto por la confección y los materiales de calidad, mientras que su estilo femenino y llamativo adquirió un toque vanguardista.

Convencida de que la moda puede ser una forma de terapia —una manera de elevar tanto nuestra apariencia como nuestro bienestar general— y soñando con transmitir esa idea a otras mujeres, Geraldine regresó a su Barranquilla natal, donde fundó su marca homónima en 2017.

Combinando un estilo audaz y a la vez discreto, los diseños de Geraldine reflejan la dualidad de las dos ciudades que la han formado: Barranquilla y Nueva York. Geraldine crea siluetas descomplicadas que cada mujer puede incorporar fácilmente a su armario; su esperanza es que sus piezas transformen a quien las viste, y que esa persona pueda también moldearlas a su manera y hacerlas propias.

Todas las colecciones de Geraldine son hechas a mano en Colombia por costureras y sastres, en su mayoría madres cabezas de familia. “Me enorgullece trabajar junto a este equipo. Son mujeres independientes y de mucho carácter, y es justamente así como quiero que se sientan quienes usen mi ropa: fuertes y seguras de sí mismas”.

MI FILOSOFIA

Aunque inseparable de la condición con la que nací, mi historia comienza con mi madre. Una mujer intrépida y amante de la belleza poco convencional, de ella heredé el gusto por la moda —así como mi valentía. Mi madre me enseñó que aunque no podamos elegir cómo nacemos, sí podemos decidir cómo enfrentamos la vida, y que el éxito siempre es una opción, aunque para alcanzarlo tengamos que superar mil dificultades.

Siempre he soñado con compartir esos valores a través de mi propia marca. Sé que la moda puede parecer banal, pero para mí nunca lo ha sido. El acto de vestirme se convirtió en un ritual, en parte de mi recuperación. Al recordar los momentos después de cada cirugía, honestamente puedo decir que la moda fue mi mejor terapia. Esa experiencia sembró en mí la necesidad de crear ropa que haga que las mujeres se sientan realmente especiales, sin importar el color de su piel, su peso o cualquier otro rasgo físico.

Diseñar es un proceso profundamente psicológico y personal. Mi deseo es que las mujeres se sientan atraídas de manera instintiva a mis piezas, que mi ropa les ofrezca la posibilidad de crecer y empoderarse. Como diseñadora, mi mayor reto es crear objetos de deseo que nunca pasen desapercibidos, y que, al mismo tiempo, se ajusten fácilmente a los cuerpos y los armarios de cada mujer.

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